domingo, 24 de marzo de 2013

La última nieve

Cada invierno espero con ilusión la primera nevada. Una noche en el telediario anuncian que baja la cota de nieve y que el norte de la península se cubrirá de blanco mientras dormimos. Entonces cuando me despierto por la mañana corro con emoción a levantar la persiana y me sorprendo al ver como la nieve ha cambiado tanto mi entorno habitual que me parece despertar en otro pais.

Luego el invierno va pasando, muy poco a poco (o eso me parece a mi) y los días se van llenando de luz más clara y más tibia y empieza mi mitad del año favorita. Pero un día una helada tardía anuncia de nuevo la nieve. Entonces levanto la persiana casi con los ojos cerrados pensando "que no haya nevado, que no haya nevado..." porque estoy enfadada con el invierno por ser tan largo y tan gris y porque no tiene ningún derecho a comerse a la primavera. Pero al abrir los ojos veo todo tan bonito cubierto de blanco que sonriendo me reconcilio rápidamente con el frío y me armo de paciencia para esperar a la primavera, que este año, parece, aún tardará en llegar.


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